Señor Legislador:
Reciba un respetuoso saludo de un compatriota que se encuentra maravillado por su trabajo. Le hago llegar una cordial felicitación a nombre de todo el pueblo mexicano, que se ve grandemente favorecido por la labor que usted desempeña, tan ardua como fecunda: legislar.
Es seguro que en muchas ocasiones, vive usted, la profunda crisis económica por la que atraviesa el país, pero su humildad y patriotismo le permitirán soportar con abnegación las duras embestidas de esta crisis. Yo le suplico, comprenda que la dieta destinada por el erario para usted, es lo más que puede dar un país como el nuestro, un país donde la mitad de la población está muriendo de hambre.
Le felicito por algo de lo que puede sentirse orgulloso: saber que con el producto de su esfuerzo, de sus horas de sacrificio diario, del sudor por su trabajo, es con lo que sus hijos comen. Señor legislador, tenga la seguridad que su profundo sentido de responsabilidad, será una guía en la vida de sus hijos, para que lleguen a ser “hombres” en toda sentido, responsables, patriotas y honestos mexicanos, como su padre.
Gente tan valiosa como usted es la que hace falta para que México cambie su deplorable situación, personas como usted que con la frente muy en alto, satisfechos por haber servido tanto a la nación, puedan cobrar su salario con plena tranquilidad, y hasta con satisfacción, seguros de haber ganado centavo a centavo el dinero que albañiles, barrenderos, costureras, trabajadores y contribuyentes en general, han aportado al erario con el pago de sus impuestos.
Elogio el gran sentido de responsabilidad que invade su conciencia y que impide que usted, nuestro representante en el H. Congreso, caiga en la deshonestidad, ausentismo, cinismo, nepotismo, y algunas otras deficiencias que las infames y difamadoras lenguas dicen que caracterizan a nuestros representantes sociales.
Finalmente, y sin pecar de reiterativo, reciba la más sincera felicitación por ser un ciudadano ejemplar, por ser “un mexicano como pocos”.